Mundial 2030: la sede, una historia
El largo devenir de la postulación sudamericana, los cambios en el mundo del fútbol durante este período, cómo se eligen las sedes mundialistas, y las posibilidades reales de recibir el Mundial
A comienzos de febrero pasado fue noticia la oficialización de la candidatura sudamericana para ser sede de la Copa Mundial de 2030. Pero lo cierto es que esta no es la primera oficialización y que la historia de la candidatura es bastante larga, tanto que ya casi es mayor de edad.
Repasemos el largo devenir de la postulación, las vicisitudes que surgieron en el mundo del fútbol durante ese período, cómo se han elegido las sedes desde 1930 y cómo se seleccionan ahora, las posibilidades reales de recibir el Mundial en Sudamérica y más...
Comencemos.
Entra un suizo a Uruguay y…
Quizás empezó como un chiste, o siempre fue cosa seria, pero quedó. La primera mención a la organización del Mundial en estas tierras en ocasión del centenario de la competencia ocurrió en octubre del 2005, cuando Joseph Blatter como presidente de FIFA visitó Uruguay para celebrar otro aniversario de aquella Copa, el 75°. En esa oportunidad Tabaré Vázquez, quien por entonces era el presidente de la República Oriental, le sugirió al suizo que tenía el sueño de que los 100 años se festejen con el regreso de la Copa a donde todo empezó. La respuesta del presidente luego caído en desgracia fue: “el sueño de hoy puede ser la visión de mañana, que a su vez puede convertirse en una iniciativa propiamente dicha y finalmente en un proyecto”.
Los uruguayos recogieron el guante y, de a poco, pusieron manos a la obra. Invitaron entonces a Argentina para desarrollar conjuntamente esa iniciativa y dos años después Julio Humberto Grondona aceptó la propuesta, cosechando luego los apoyos de las asociaciones miembro de la CONMEBOL y de la conducción de la FIFA de entonces. La emoción y el empuje inicial se extendió hasta el Mundial de 2010, cuando en Sudáfrica una delegación del Ministerio de Turismo y Deporte de Uruguay se reunió con Blatter elevando la propuesta de manera oficial por primera vez, la cual fue recibida con beneplácito por el suizo.
Todo el mundo (del fútbol) cambió
La espuma bajó durante todo el período en que CONMEBOL y FIFA concentraron esfuerzos en la organización del Mundial de Brasil, que no estuvo exento de polémicas ni de complicaciones. Y después de aquella cita en 2014, las cosas se pusieron bastante más espesas en AFA, AUF, CONMEBOL y FIFA. Días después de la final que perdimos con Alemania en Brasil, el mundo del fútbol comenzó a cambiar por completo con una noticia: había muerto Julio Humberto Grondona, no solo presidente de AFA desde 1979, también vicepresidente de FIFA y uno de los hombres más poderosos de este planeta. Con la AFA acéfala y en turbulencias, un vicepresidente en funciones de la asociación nacional declaró livianamente que Argentina ya no se estaba postulando para co-organizar el Mundial del 2030. Ante esto, ni lerdo ni perezoso, quien dió un paso adelante fue Sergio Jadue (El Presidente de la serie que se puede ver en Amazon Prime; al mando de la Federación de Fútbol de Chile) contactándose con sus pares uruguayos para seguir adelante con la postulación sin Argentina.
Pero el agujero negro que generó la ausencia de Don Julio seguía atrayendo hacia su centro de gravedad todo lo que él mismo había construido o ayudado a construir. En mayo de 2015, un día antes de que se reelija a Blatter como Presidente de FIFA, se hizo pública una investigación de la Justicia de los Estados Unidos sobre el ente rector del fútbol mundial cuando Interpol y el FBI se llevaron detenidos a más de una decena de acusados, entre directivos de distintas asociaciones y empresarios por una denuncia de corrupción gigantesca (que no vamos a repasar acá ahora) que incluía pero no se limitaba a la elección de las sedes de Rusia y Qatar para 2018 y 2022. Entre los que cayeron estaban Eugenio Figueredo (ex presidente de AUF y de CONMEBOL), el recién referido Jadue, Nicolás Leoz (histórico presidente de CONMEBOL que murió acusado, peleando contra la extradición a los EEUU) y Juan Ángel Napout (presidente de CONMEBOL y vicepresidente de FIFA en ese momento) solo por mencionar algunos nombres que son relevantes para esta historia de la candidatura de Uruguay y vecinos a ser sede del Mundial 2030.
La “nueva FIFA”
Una de las consecuencias del FIFAgate fue un recambio general de las cabezas del planeta fútbol. Blatter renunció y quedó al frente Gianni Infantino. Alejandro Domínguez se hizo cargo de CONMEBOL. AFA y AUF tuvieron comités normalizadores, y tienen por presidentes ahora a Claudio Tapia e Ignacio Alonso respectivamente. Platini también fue removido de UEFA y quedó a su cargo Aleksander Ceferin. Y las potencias árabes fueron extendiendo su poder desde el honroso segundo puesto en la manchada elección del 2015 que obtuviera entonces el príncipe Ali bin al Hussein y al quedarse con la Vicepresidencia de la FIFA (cargo que ostentara Grondona) el presidente de la AFC, Salman Bin Ibrahim Al-Khalifa, quien a su vez también fuera segundo en la elección presidencial de FIFA que consagró a Infantino en 2016. Desde entonces han obtenido para sí, por ejemplo, todas las sedes del Mundial de Clubes de 2017 al presente. Dejemos esto enunciado, que será importante más adelante en este texto.
Otra de las grandes consecuencias del escándalo de corrupción fue un paquete de reformas en el funcionamiento interno de FIFA con el objetivo de hacer un lavado de cara, limpiar su imagen y brindar una apariencia de ética y transparencia. Entre estas reformas hubo algunas que tienen mucho que ver con el núcleo de este texto. El gobierno cotidiano de la FIFA se modificó, intentando diluir el poder de las personas individuales: se reemplazó el histórico Comité Ejecutivo de la FIFA donde Grondona iba a sus anchas (incluso sin hablar una palabra de inglés) por un Consejo que tendría más cantidad de miembros, quienes no podrían ser reelectos de manera indefinida y deberían pasar un examen de elegibilidad, y con mayor representación para Asia, África y Oceanía. Además, el Consejo no ejecutaría las decisiones concretas que tomara sino que trazaría estrategias que luego serían llevadas a cabo por la Secretaría General.
No obstante, el organismo más importante siguió y sigue siendo el Congreso que se reúne anualmente con representantes de todas las asociaciones miembro, en cuya asamblea general se toman todas las decisiones más importantes del mundo del fútbol, incluyendo las que conciernen a la ratificación del trabajo del Consejo y la Secretaría General y al impulso de nuevas tareas para estos y otros cuerpos que componen a la FIFA. Pero hasta 2016 muchas de esas determinaciones ocurrían en la mesa chica del Comité Ejecutivo. Entre ellas, la que aquí nos convoca: la elección de la sede del Mundial.
Una breve historia de la elección de las sedes de los mundiales
Con el señalado objetivo de generar mayor transparencia, y siendo uno de los catalizadores de la investigación del caso de corrupción la elección de la sede de los Mundiales, se modificó la manera en que ésta se elige y se vota a partir del 2026.
En el comienzo, el país anfitrión era elegido por el Congreso de la FIFA. Por supuesto que en 1930 las asociaciones miembro eran muchas menos y la emisión de un voto por cada una era menos compleja y no hacía pensar en la necesidad de cuerpos colegiados. Por ejemplo, en el Congreso que consagró a Uruguay como primera sede mundialista participaron 23 asambleístas. Sin embargo, en esa oportunidad no hubo votación porque todas las otras propuestas fueron retiradas.
La primera votación para un anfitrión fue en la elección de la tercera, ya que se optó por Europa para 1934 y se impuso Italia ante la renuncia de Suecia luego de sucesivas reuniones políticas de los miembros de FIFA, pero sin elección por sufragio. Para alojar el Mundial de 1938, entonces, Francia sí nos ganó y nos dejó segundos. La decisión por una segunda sede europea de manera consecutiva generó la ira de Argentina y Uruguay que decidieron no participar de ese Mundial. Otra curiosidad es que ese Congreso se realizó en la Berlín de la Alemania nazi pero su postulación quedó en el último lugar con un solo voto. Precisamente, uno de los argumentos en la votación en favor de Francia era la realización de un gran evento en el “mundo libre” en oposición a los Juegos Olímpìcos de Berlín que estaban ocurriendo en el contexto del Congreso. Por otra parte, otra historia cuenta que el del 38 sería el último del francés e histórico presidente de la FIFA Jules Rimet, y no podía privarse de ese gusto.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial forzó la suspensión de las citas futbolísticas globales de 1942 y 1946, así como las asambleas generales de la FIFA. Cuando la paz regresó a Europa, volvieron también ambas. En julio del 46 se eligieron a Brasil y a Suiza como anfitriones del 50 y 54, respectivamente, sin oposición ni votación. Justamente en Río de Janeiro, durante el primer mundial brasilero, se otorgó el honor a Suecia para recibir esta competencia en 1958 nuevamente sin elección.
Para decidir al anfitrión de 1962 regresaron las votaciones. Argentina y Chile habían demostrado interés para el anterior Mundial y llegaron como candidatas para el Congreso del 56, junto con Alemania Occidental. Luego de dos sedes europeas, Sudamérica amenazó con un boicot total si no se jugaba en este continente con lo cual la propuesta alemana no correría. FIFA instó a la Federación de Chile a que presentara una candidatura para que la de Argentina no fuera la única, casi simbólicamente. Pero el trabajo de lobby y el discurso electoral de los vecinos para el Congreso de Lisboa que definió la sede hizo que en este mano a mano de clásico trasandino se impusieran los chilenos. En el maravilloso libro 78. Historia oral del Mundial de Matías Bauso se repasa este fracaso con una cita del muy citado periodista Dante Panzeri quien decía que “los chilenos se movilizaron mucho mejor” y que “Argentina no fue derrotada por un postulante con mayores ofrendas sino por su propia antipatía cosechada en el mundo internacional”.
Para 1966 se regresó a Europa y una nueva votación hizo que el Mundial viajara a donde empezó este juego, triunfando la candidatura inglesa por encima de la alemana. Dos años antes de que se jugara esa Copa, el Congreso se reunió en Tokio y la votación decidió que el Mundial fuera por primera vez a América del Norte, escogiendo a México y generando una nueva frustración para Argentina que se presentaba como la otra candidata.
Pero esa sería por fin la última de una serie de frustraciones que se extendió por cuatro décadas. En 1966, citados en Londres previo al Mundial inglés, los congresales de la FIFA definieron tres sedes en un solo movimiento. Alemania Occidental y España se postulaban por entonces y acordaron una Copa para cada una: 1974 y 1982 respectivamente. En tanto, para la del 78 estaban candidateadas México, Argentina y Colombia. México se retiró por haber recibido dos años antes el honor para el 70, allanando el camino para el Mundial argentino. Quiso el azar, el destino y la historia que esa Copa se jugara durante la peor dictadura que tuvo nuestro país a pesar de haber recibido la sede mientras era presidente Illia y que la organización comenzara durante la última presidencia de Perón.
Ese Congreso del 66, además, fue el último que eligió sedes mundialistas hasta el 2018. Desde el Mundial 86 hasta las denunciadas (y juzgadas) decisiones en favor de Rusia y Qatar la decisión se cerró al Comité Ejecutivo. La primera de esas fue en 1974 para el Mundial de 1986 cuando se optó por Colombia que ocho años antes había retirado su propuesta en favor de Argentina. Sin embargo, esta fue la primera sede en renunciar a la organización (dato: Argentina estuvo cerca de hacerlo así como de ser descartada por FIFA en varias ocasiones) y el ExCo tuvo que elegir otra. Entonces el Comité planteó exigencias y luego de recibir propuestas de Canadá, Estados Unidos y México (otra curiosidad que 40 años después las tres juntas organizarán un Mundial) la FIFA fue a lo seguro y se quedó con el país que hacía poco ya había sido una buena sede.
Para 1990 hubo votación nuevamente después de 20 años, aunque en el claustro del Comité Ejecutivo. Este Mundial debía regresar a Europa y hubo muchos interesados pero solo dos llegaron a la elección: Italia y la Unión Soviética. Hubiera sido tan interesante como problemático organizar y jugar una Copa en la URSS apenas antes de su disolución, pero el voto fue para regresar a Italia.
Desde acá la historia va ganando interés con otros ribetes. El Mundial del 94 sería la despedida de Joao Havelange como presidente de FIFA y debió ser un campeonato que reflejara simbólicamente los cambios que imprimieron su gestión a la entidad madre del fútbol: marketing, negocios, nuevos públicos. (También se dice que debía ser un Mundial ganado por Brasil, pero eso es para otra historia). La sede elegida fue Estados Unidos, dejando atrás a Marruecos y Brasil, con la intención de abrirse a ese mercado gigante en el que nuestro fútbol no terminaba de cuajar. Mirando hacia atrás, vaya que funcionó.
2002 sería el año de otra apertura a nuevos horizontes para el fútbol de FIFA. Y Havelange tenía una idea más por concretar en la que fue la última sede que se eligió bajo su mandato, durante el año 1996. El Comité Ejecutivo eligió “por aclamación” (a viva voz, sin emitir votos) la propuesta de Japón y Corea llevando el Mundial por primera vez a Asia, uno de los objetivos que le faltaban cumplir al brasilero. También por primera vez se concedió la sede a dos países de manera conjunta, un primer antecedente de co-organización que fue una experiencia negativa que condujo a que FIFA prohibiera las postulaciones de múltiples países durante dos décadas.
Antes y después del primer Mundial asiático, las sedes fueron europeas. Para 1998 fue elegida Francia retornando 60 años después de aquella tercera Copa. Esa decisión fue sometida a votación, y por segunda vez consecutiva quedaba relegada la candidatura de Marruecos. En 2006, en tanto, la propuesta ganadora fue la de Alemania y es aquí donde comienza a destaparse de a poco la olla que haría eclosión en 2015 durante el FIFAgate, con la que sería la primera elección muy reñida.
La reunión del ExCo para decidir a este anfitrión sucedió en el 2000 con cuatro candidatas: Alemania, Sudáfrica, Inglaterra y Marruecos. El sistema utilizado fue el llamado elección exhaustiva que consiste en votar por rondas, eliminando a la menos votada de una ronda para la siguiente. En la primera vuelta, la postulación marroquí fue la que menos votos recibió, mientras que en la segunda quedó última la inglesa. La tercera ronda dejó mano a mano a Sudáfrica, favorita de muchos y del propio presidente Blatter, contra Alemania. En la segunda votación habían obtenido 11 votos cada una (y 2 votos Inglaterra) planteando el escenario para un posible empate. Los votos finalmente fueron 12 para los alemanes y 11 para los sudafricanos, con una abstención de último minuto del neocelandés Charlie Dempsey que tenía instrucciones de su confederación de votar por la candidatura africana, lo cual habría dejado el empate a definir por el presidente Blatter. Dempsey aludió a presiones e intentos de sobornos que fueron demasiado para él, motivándolo a no votar. La sombra sobre esta elección quedó por años, hasta el caso que se hizo público en 2015 con la investigación estadounidense que reveló detalles de acuerdos económicos, lobby y fuertes influencias no muy regulares para sumar votos en favor de la propuesta de Alemania.
Después de esa cuestión que sembró muchas dudas justificadas sobre la FIFA, se decidió la política de rotación continental que otorgaría un Mundial a cada confederación comenzando con África. Sudáfrica reiteró su candidatura esta vez de manera victoriosa, al igual que Marruecos una vez más quedaría en segundo lugar. Tal como sucedió con la elección anterior, las investigaciones que dispararon el FIFAgate develaron que el comité de la propuesta sudafricana se ocupó de asegurarse la votación con importantes sobornos (así lo afirmó uno de los arrepentidos, Jack Warner) que superaron a los que ofrecieron también los organizadores que trabajaron con la propuesta de Marruecos. Llegó incluso a afirmarse que esta había ganado legítimamente la votación pero los votos fueron deliberadamente mal contados.
La nueva política de rotación continental indicó que en 2014 el turno sería para Sudamérica. La CONMEBOL decidió apoyar la candidatura de Brasil, haciendo inútil cualquier otro intento de postulación. Hubo intereses declarados que no llegaron a ningún puerto: Colombia, Venezuela y Argentina junto a Chile. Por lo tanto, en 2006 se decidió oficialmente otorgar la sede a Brasil.
Viendo la falta de competencia, Blatter impulsó la modificación de la política de rotación. Ya no sería asignada a una confederación sino que de aquí en adelante las candidaturas no podrían ser de un país cuyo continente hubiera organizado alguna de las dos anteriores. Con el correr de los meses, FIFA delineó algunas modificaciones más a la elección de las sedes. Volvió a permitir las postulaciones conjuntas, siempre que fueran realizadas por un único comité organizador (ya que en el 2002 cada país tenía un comité, que hasta rivalizaban), y con el argumento de brindar mayor tiempo de preparación por posibles complicaciones (de todo tipo pero con especial foco en la recesión global que se vivía en aquel 2008) se decidió que se otorgarían dos sedes a la vez en diciembre de 2010: para el 2018 y para el 2022. Si bien el motivo era válido y plausible, la doble elección resultó en un combo de corrupción que sería letal para casi toda la conducción del fútbol mundial. Hubo un aviso previo a dos meses de la decisión del Comité Ejecutivo cuando fueron suspendidos dos de los miembros de esa mesa chica (Amos Adamu de Nigeria y Reynald Temarii de Oceanía) por una denuncia de que habrían ofrecido sus votos a la venta. Blatter decidió que todo debía seguir como estaba planeado, sin siquiera imaginar lo que esto terminaría generando.
Antes de todo eso, con estas nuevas regulaciones se abrió un proceso de selección de sedes para los dos Mundiales a la vez. Sudamérica no podía presentarse a ninguna de las dos, mientras que para el 2018 a priori no podía haber candidaturas de África. Se postularon 11 que llegaron desde Europa, América del Norte y Asia: Bélgica con Holanda, España con Portugal, Inglaterra y Rusia; Estados Unidos y México (por separado); Australia, Japón, Corea del Sur, Qatar e Indonesia. México se retiró antes de la votación e Indonesia fue rechazada por falta de apoyo de su gobierno. Las postulaciones europeas aplicaron indistintamente para 2018 o 2022, mientras que la estadounidense y las de AFC solo buscaban la sede del 22. Por lo tanto, aplicando la renovada regla de rotación, al quedar solo candidaturas de Europa para el 2018 estas no podrían valer para la otra.
En dos rondas de votación Rusia se impuso sobre las demás postulaciones de UEFA. En cambio, para el 2022 la elección fue más ajustada y se definió en cuatro vueltas quedando Qatar mano a mano con Estados Unidos. Casi de inmediato comenzaron las sospechas y las denuncias, basadas en hechos reales y también en una bronca norteamericana por quedarse sin el Mundial que creían merecer. FIFA realizó una investigación interna que luego se negó a publicar completa, dando pie a una investigación más profunda y dolorosa desde la Justicia de los Estados Unidos que se haría pública en el tan mentado FIFAgate. Las denuncias y las sospechas fueron confirmadas, al punto que 12 de los 24 miembros del Comité Ejecutivo que participaron de esa elección tarde o temprano serían condenados por delitos relacionados.
Eso no fue impedido siquiera por la reacción ante las inmediatas repercusiones negativas de la elección, determinándose en el Congreso de 2011 que desde el Mundial 2026 el país anfitrión volvería a ser electo por ese cuerpo plenario después de 10 sedes elegidas por el Comité Ejecutivo, junto con más reformas que no alcanzaron a limpiar la imagen de FIFA en ese momento y deberían ser profundizadas desde 2016. En efecto, Blatter no llegó a ser parte del proceso de selección para el Mundial 2026, renunciando luego de ser reelecto en 2015. Tras su dimisión, se pospuso la presentación de candidaturas que debía comenzar ese mismo año hasta que FIFA se reacomodó después del sacudón policial.
El nuevo Consejo de FIFA inició en 2016 la recepción de candidaturas (que manteniendo la rotación, no podrían ser de Asia ni de Europa) y solo llegó la postulación de Estados Unidos junto a Canadá y México. Para estimular la competencia una vez más, el Consejo extendió invitaciones a las confederaciones habilitadas y recibió la candidatura de un viejo conocido: Marruecos. Este cuerpo también dispuso requerimientos precisados de antemano relativos no solamente a los estadios y las bases para cada selección participante (desde esta Copa, serán 48 los clasificados) sino también aspectos de derechos humanos y cuidado ambiental, entre mucho más (seguridad, finanzas, hotelería, etc.).
En la evaluación previa la candidatura norteamericana fue mejor valuada por el grupo de trabajo de la FIFA creado especialmente para esta tarea. La elección igualmente fue sometida a la votación del Congreso de FIFA en 2018 con 203 asociaciones habilitadas para votar; no podían participar las cuatro candidatas, así como tres territorios pertenecientes a los Estados Unidos que son miembro de la federación internacional, y Ghana que estaba temporalmente suspendida. El resultado fue 134 a 65 a favor de los norteamericanos, con una novedad más: el voto de cada asociación fue público. De esta manera, Marruecos se convirtió en el país que más veces se postuló para ser sede del Mundial sin ser electa, con cinco intentos fallidos.
Llegamos por fin a la que nos importa aquí y ahora. Las reglas precisas para la definición de sede del Mundial 2030 serán determinadas y publicadas por el Consejo de FIFA en el mes de junio de este año, así como la votación propiamente dicha ocurrirá en el tercer trimestre de 2024 en la 74º reunión del Congreso que se realizará en Osaka, Japón.
La postulación crece y llegan los vecinos a la fiesta
Pero retrocedamos hasta el 2014 que es cuando habíamos dejado el repaso de la historia de la candidatura sudamericana para este futuro Mundial. Al año siguiente de haber desistido verbalmente a la organización, la AFA todavía sin acomodarse completamente de la acefalía post Don Julio retomó las conversaciones con Uruguay para ser co-organizadores en el 2030.
En enero de 2016 el por entonces recién asumido Mauricio Macri en su primera visita oficial al extranjero, fiel a sus intereses, se dedicó a hablar de fútbol y reanunciar la candidatura conjunta con Uruguay con su par Tabaré Vázquez. Por esos días también se creó la asociación civil sin fines de lucro Iniciativa 2030 con el objetivo de “concretar las acciones conducentes a la postulación”, integrada por personas, empresas e instituciones y con el apoyo de los gobiernos nacionales y las asociaciones de fútbol. A fines de ese año se realizó la primera reunión de la Comisión Directiva y la acción concreta más recordada y que tuvo mayor difusión fue la imagen de Messi y Suárez juntos, tomada en los instantes previos de un partido de Eliminatorias entre ambos países en agosto de 2017.
Después de esa icónica foto se generó un interesante revuelo que produjo interés en el público, en la prensa y en los vecinos con pretensiones de sumarse a la fiesta. Primero fue Paraguay, con las “gestiones” de Alejandro Domínguez desde la presdencia de CONMEBOL y de Horacio Cartes por entonces presidente de la República del Paraguay con pasado en la conducción futbolística (en el club Libertad y en la asociación nacional). A pesar de mucha resistencia de la dirigencia uruguaya, finalmente en octubre consiguieron sumarse a la postulación que era entonces triple.
A lo largo del 2018 la Iniciativa 2030 estuvo muy activa organizando sucesivas reuniones con presidentes de las naciones, de las asociaciones, de CONMEBOL y de FIFA. En ese marco de trabajo, se realizaron varias actividades de promoción de la candidatura durante el Mundial de Rusia. Al momento de escribir esto el sitio web de Iniciativa 2030 sigue activo, al igual que sus redes, pero no registraron movimientos ni publicaciones desde entonces; quedó como una cápsula del tiempo de esta postulación.
En enero de 2019 se dio otro paso en el crecimiento de la candidatura que ya no quedó registrado en esa web. Sebastián Piñera anunció la incorporación de Chile al conjunto de países organizadores, hecho que se oficializó en julio de ese año durante la Copa América de Brasil (la pre pandemia) con imágenes publicitarias y un video.
Justamente, la pandemia de COVID frenó todo pero desde el 2021 se reactivó el trabajo por la candidatura, ya más conscientes de lo cercano de la postulación real y atentos a los tiempos de FIFA. En pos de esto, CONMEBOL designó al Estadio Centenario de Montevideo para albergar las finales de Libertadores y Sudamericana, dándole notoriedad y eventos de relevancia continental al que debería ser sede mundialista para esta candidatura.
En 2022 aceleraron los motores con la proximidad de una toma de decisión de parte de FIFA y con el Mundial de Qatar como base y oportunidad. Desde la mitad de ese año se comenzaron a programar reuniones periódicas en los cuatro países miembros de la candidatura para sostenerla con vida, realizando declaraciones públicas a modo de mensajes a la federación internacional y a sus asociaciones miembro. En el mes de noviembre en la reunión con sede en Argentina se dio un nuevo paso con la creación de la Corporación Juntos 2030, publicada en el Boletín Oficial de este país, con miembros de las esferas públicas y privadas de los cuatro integrantes (ocupando el lugar y la tarea de la extinta Iniciativa 2030 antes referida) y con sede en Santiago de Chile, para realizar todas las acciones concretas para la postulación y formalizar una estructura que pueda trascender los cambios de gobiernos nacionales y de las federaciones de fútbol.
Durante la competencia en Qatar el presidente de la CONMEBOL Alejandro Domínguez también aprovechó la ocasión para afirmar que la postulación estaba “muy sólida” y apuntando que es “responsabilidad de la FIFA y de la familia del fútbol decidir qué y cómo vamos a hacer para recordar a los que hicieron ese primer Mundial”, que según su consideración no puede ser en otro lugar que en este continente: "siempre va a haber una oportunidad para otros países a partir del 2030, cuando se cumplan 100 años. Porque 100 años se cumplen solo una vez y esa vez tiene que ser en Sudamérica”. Además, se apoyó en el éxito de Argentina que al momento de realizar sus declaraciones estaba en semifinales y luego se consagraría con la obtención de la ansiada tercera.
Ese apuntalamiento en el resultado deportivo se profundizó con el acto que motivó este texto realizado el 7 de febrero pasado en el predio que la AFA posee en Ezeiza. Se publicó como un lanzamiento de la candidatura para el 2030 (uno más) pero también fue una demostración política de la CONMEBOL apoyando esta postulación, afirmándose ya no solo en el simbolismo histórico sino también en este presente deportivo y repasando el reordenamiento organizativo que se vivió en este rincón del mundo del fútbol. Días después se realizó otro acto que tuvo menos publicidad pero tal vez sea más importante: en la sede chilena se firmaron los estatutos de la Corporación Juntos 2030 para que comience a funcionar oficialmente y trabaje para hacer realidad este sueño centenario.
Juntos 2030: la propuesta
Para que esto sea posible debe trabajarse sin parar hasta la votación que como ya sabemos ocurrirá en el Congreso de la FIFA del 2024. El anclaje histórico hasta ahora fue el argumento más fuerte (por momentos, el único) con lo cual la comisión que conforma la corporación tendrá que preparar una candidatura realmente sólida en todos los aspectos que analizará el Consejo de FIFA y sus enviados cuando realicen las evaluaciones previas a la elección.
Antes de conocer las reglamentaciones específicas que se informarán en junio próximo, se presume que se solicitará: al menos doce estadios para más de 40 mil personas; campos de entrenamiento para las 48 delegaciones de las selecciones así como las de los árbitros; un aeropuerto capaz de sostener el gran flujo de pasajeros por cada ciudad que albergue partidos, junto con rutas y medios de transporte públicos dentro de ellas y alojamientos suficientes para todos los que se movilizan en el mundo para vivir esta competencia. Además, si es como en la votación para el 2026, se tomarán en cuenta cuestiones legales, impositivas, sanitarias, de seguridad, de telecomunicaciones, medioambientales y de derechos humanos. (Pueden ver lo detallado del informe de la evaluación para el 2026 y más documentos relativos a esas candidaturas y su revisión).
En todos los aspectos referidos, la corporación Juntos 2030 tendrá una exigida tarea pero podrá apoyarse en la experiencia que tienen los cuatro países en organizar eventos deportivos de relevancia tanto en su historia como en los últimos años. Tres de los cuatro (Uruguay, Chile y Argentina) ya fueron sedes del Mundial de la FIFA en una oportunidad y esos mismos tres también han recibido otras competencias de la federación global más recientemente: Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-17 de 2018 en Uruguay, Copa Mundial de Fútbol Sub-20 de 2001 en Argentina y Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-20 de 2008 y Copa Mundial de Fútbol Sub-17 de 2015 en Chile. La menos experimentada en este aspecto es Paraguay, habiendo sido sede únicamente de la Copa Mundial de Fútbol Playa FIFA 2019. En otras competencias internacionales de fútbol de mayores, Argentina y Chile fueron anfitriones de la Copa América en la última década, mientras que Uruguay y Paraguay lo fueron en la década de 1990, y además Chile recibió la Copa América Femenina en 2018.
Asimismo, considerando otras disciplinas deportivas, Santiago de Chile será la sede principal de los próximos Juegos Panamericanos y Valparaíso una importante subsede; Asunción albergó los Juegos Sudamericanos de 2022, al igual que Santiago en 2014 y Buenos Aires en 2006. La misma CABA fue la sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2018 y Rosario de los Juegos Sudamericanos de la Juventud en 2022, mientras que Santiago de Chile había recibido los mismos en 2017. Además, entre Chile y Argentina en varias oportunidades circuló el Rally Dakar y en una de ellas también fue parte Paraguay.
Si bien estos antecedentes pueden ser una importante base para la propuesta, el punto fuerte más establecido de la candidatura son los estadios gracias a la tradición futbolera de la región y algunas reformas y construcciones importantes que se han realizado en los últimos años. Comenzando por el que albergaría el partido inaugural, tenemos al Más Monumental de River Plate que está siendo objeto de una remodelación que lo dejó con una capacidad de alrededor de 80 mil espectadores así como lo actualizará a los estándares FIFA vigentes (palcos, plateas hospitality, restaurante 24/7, circulación 360° en palcos, y tres nuevos niveles de estacionamiento), siendo el trabajo más relevante que se realiza en esta construcción desde la remodelación para el Mundial de 1978.
La cancha donde se jugaría la final de este Mundial sería, desde ya, el Centenario de Montevideo que fuera construido para el primer Campeonato del Mundo. Este tuvo algunas actualizaciones para ser sede de las finales de Libertadores y Sudamericana en el 2021 y tendrá una importante reforma que llevará la capacidad a 80 mil espectadores (lo mínimo necesario para recibir la final del Mundial) y mejorará su acceso y estacionamientos.
El Nacional de Santiago de Chile es otra de las subsedes confirmadas. Este vivió una remodelación en el 2010, está en otra etapa de mejoras para recibir los Panamericanos, y tendrá más reformas para ser ampliado hasta superar los 60 mil espectadores (su capacidad actual está cerca de los 50 mil y el objetivo es rondar los 70 mil que tuviera en 1962) para poder así albergar una de las posibles semifinales y el partido por el tercer puesto en 2030.
Otra de las sedes confirmadas es el Estadio Único Diego Armando Maradona de la ciudad de La Plata, una moderna obra inaugurada en 2003 y finalizada por completo para 2011. Este no necesitaría mayores trabajos ya que su proyecto fue pensado de antemano para recibir grandes eventos de este calibre, pero sí precisará un constante mantenimiento.
Con estos contamos 4 estadios y mínimamente la propuesta deberá tener 12 sitios para albergar los 104 partidos que disputarán los 48 equipos que jugarán el Mundial desde el 2026. El acuerdo inicial indicaba que Uruguay tendría dos, Paraguay dos, cinco serán para Chile, y entre cinco a siete más para Argentina. En el Congreso Ordinario 76º de la CONMEBOL se presentó un video con 18 estadios candidatos a recibir el centenar de encuentros del Mundial 2030.
Luego de analizarlo un poco, algunos datos llaman la atención. En primer lugar, la cantidad de estadios que supera en seis los mínimos requeridos que puede ser por previsión y mejor reparto de la gran cantidad de partidos a disputarse en los mundiales a partir del próximo, como también postular demás para luego poder recortar con tranquilidad si no llegan a tiempo las construcciones y reformas. Segundo, que varios de estos estadios están por del mínimo de 40 mil espectadores sin expectativas o proyecto firme de ser ampliados. Tercero, se modificó el reparto de sedes acordado: ahora son 5 en Paraguay, 7 en Argentina, 3 en Chile y 3 en Uruguay. Y cuarto, sorprende la postulación de los dos estadios de Avellaneda que están literalmente enfrente lo cual puede generar conflictos logísticos y de seguridad.
Pero lo que vemos inicialmente y quizás pasa de largo en una visualización inicial es que el primer estadio que se muestra en el video es la mención al hasta ahora desconocido proyecto del Estadio Conmebol.
En el citado Congreso se brindaron algunos detalles más que lo que pudo apreciarse en el video. Este será construido en el predio del General Adrián Jara que antes pertenecía al club General Díaz pero sufrió el remate de las instalaciones en el año 2022. Inicialmente había sido adquirido por un delegado del Club Olimpia pero al mes lo compró la CONMEBOL, visualizando la ubicación estratégica del estadio en la ciudad de Luque a metros de la sede de la confederación sudamericana. En declaraciones a la prensa luego del Congreso, el presidente Alejandro Domínguez afirmó que se proyecta como “el mejor estadio del mundo”, cumpliendo todos los requisitos de la FIFA y con una capacidad para 60 mil personas en caso de ser elegida como sede mundialista. Asimismo, Rafael Cabrera en su rol de director financiero de la entidad continental señaló que la construcción del Estadio Conmebol será posible por la “sólida posición financiera” que le permite a la institución invertir 54 millones de dólares en la primera etapa de esta importante obra. De concretarse en tiempo y forma, seguramente este escenario recibirá partidos de grupos, octavos, cuartos, y semifinales.
Pasando a las subsedes de Uruguay, recordamos que el Mundial de 1930 se jugó en tres canchas. Una de ellas ya no existe, el Estadio de los Pocitos. Y además del referido Centenario está el Gran Parque Central que también se perfila para repetir 100 años después. En la casa de Nacional de Montevideo desde 2003 se ha trabajado ampliamente para remodelarlo y modernizarlo dado que había caído en desuso para recibir eventos de relevancia, y aún necesita de una mayor ampliación para llegar al mínimo de 40 mil espectadores; actualmente cuenta con espacio para 34 mil. Del otro lado del Superclásico Uruguayo se postula el Campeón del Siglo (el nuevo estadio propio de Peñarol) que ya tiene lugar para esas cuatro decenas de miles de personas y es de construcción reciente, cumpliendo recomendaciones FIFA.
Se especula que puede ser un problema por exigencia del reglamento que las subsedes no estén en la misma ciudad, en este caso ambas en Montevideo. Pero ello trae aparejado otro problema, porque implicaría la construcción de un escenario nuevo o una remodelación muy grande de alguno de los existentes fuera de la capital. En medio de esta problemática circuló fuerte la posibilidad de traer a Sudamérica el Estadio 974 de Qatar (el que se construyó con contenedores desmontables) pero esto fue descartado, de momento. Una alternativa para remodelación es el Estadio Domingo Burgueño Miguel en la ciudad de Maldonado, el cual precisaría casi duplicar su capacidad. Otra opción es construir un nuevo estadio en la ciudad de Punta del Este que tiene un atractivo turístico explotable para Fan Fests mundialistas, pero sería de un costo muy elevado para la organización. Nada de eso figura en los planes actuales de la candidatura Juntos 2030.
En una situación similar está Paraguay. El principal estadio en la actualidad es el Defensores del Chaco, que será superado por el de CONMEBOL en capacidad y acondicionamientos, pero no deja ser un histórico y emblemático lugar del fútbol de este país que es constantemente mantenido por la Asociación Paraguaya de Fútbol para los estándares internacionales y no necesitaría mayores trabajos. El segundo elegido es el Estadio General Pablo Rojas (conocido como La Nueva Olla), propiedad de Cerro Porteño. Este fue reinaugurado recientemente, luego de una reforma que lo actualizó, modernizó y amplió su capacidad para ser el que más espectadores puede albergar de Paraguay hasta la construcción del nuevo edificio de la confederación.
Pero puede ocurrir lo mismo que con la República Oriental y debería optar por situar sus subsedes en ciudades diferentes. Para ese caso posible, se postula el Estadio Antonio Aranda situado en Ciudad del Este propiedad del Club Atlético 3 de Febrero que curiosamente, hoy por hoy, milita en la segunda división del fútbol paraguayo. Este tiene un proyecto de ampliación que lo llevaría a 50 mil espectadores y de concretarse lo dejaría en el lugar de la cancha más grande del país. Sin embargo, en el video de presentación señalan su capacidad actual de 28 mil lugares.
El quinto candidato paraguayo se basa en la ampliación del nuevo Estadio Villa Alegre en la ciudad de Encarnación. Este también tiene su curiosidad: fue demolido en 2010 y reconstruido por la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) como reposición tras ser afectado por el crecimiento del río Paraná luego de la puesta en funcionamiento de la represa. Si bien es un estadio nuevo, precisa de una gran ampliación ya que el proyecto original contemplaba 30 mil espectadores pero de momento puede contener a 16 mil, y en el citado video proyecta 45 mil espacios.
Por el lado de Chile, aunque fue el último en llegar a la candidatura de manera oficial realizó una fina tarea política para crecer desde las posibles tres subsedes a quedarse con la posibilidad de aportar cinco estadios para el Mundial 2030. No obstante, en la exposición de estadios candidatos se redujo nuevamente a tres. Luego del histórico Nacional, el segundo más grande y capacitado para este evento es el Monumental de Colo Colo que también está situado en Santiago de Chile. Este vivió un gran trabajo de mejoras que lo ponen a la altura de ser sede mundialista, pero también tendría que sortear la cuestión de que haya más de una cancha por ciudad elegidas para el campeonato. El tercer estadio candidato de este país es el Ester Roa Rebolledo en Concepción que recibió partidos de la Copa América 2015 y para ello fue modernizado, pero supera por poco el lugar para 30 mil.
En el camino de las intenciones quedaron las ciudades de Antofagasta, Valparaíso y Coquimbo. En la primera se ubica el Estadio Regional Calvo y Bascuñán que también fue remodelado para ser sede de la Copa América 2015. En la segunda, el Estadio Elías Figueroa Brander fue igualmente reconstruido para ese certamen continental poniéndolo a la altura de los estándares de FIFA pero con espacio para 25 mil espectadores. Por último, el Estadio Francisco Sánchez Rumoroso fue sede del Mundial Sub-17 en el mismo 2015 y había sido remodelado y reinaugurado en 2008, cuando albergó la Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-20. Fue referida también la posibilidad de construir un nuevo estadio para 60 mil personas en un sitio a determinar, pero esto quedó en una expresión de deseo que no se trasladó a la realidad.
Culminando este repaso con Argentina, a las dos mencionadas se suman otros cinco estadios más en nuestro país. Dos de los Mundialistas del 1978 son candidatos por haber sido mantenidos en las últimas cuatro décadas y modernizados recientemente. El Estadio Mario Alberto Kempes luego de su reciente remodelación para la Copa América de 2011 cuenta con una capacidad para 57 mil espectadores que lo ubican como el segundo más grande en cantidad de público posible del país. Un espaldarazo reciente de la Confederación Sudamericana fue la elección como sede para recibir la final de la Copa Sudamericana 2022. El otro es el Estadio Malvinas Argentinas en la ciudad de Mendoza que igualmente fue preparado para la Copa América de 2011, actualizándolo para las exigencias FIFA del presente además de repararlo integralmente.
No corrió la misma suerte el otro de los estadios especialmente construido para el 78, situado en la costera ciudad de Mar del Plata. El José María Minella no ha tenido remodelaciones importantes y se encuentra en una situación de deterioro grave, lo cual lo dejó lejos de repetir la sede mundialista.
En el extremo opuesto encontramos al estadio más nuevo de la República Argentina construido en la ciudad de Santiago del Estero, que iba a ser una de las sedes de la Copa América 2020 primero suspendida por la pandemia de COVID y luego trasladada a Brasil. El Estadio Único Madre de Ciudades resulta una construcción moderna y actual que lo sitúa en un lugar similar al de La Plata pero necesitaría de alguna manera ser ampliado en su capacidad para alcanzar las 40 mil personas. En la reciente recepción de la Selección campeona ya se ensayó exitosamente una ampliación retirando butacas.
Las dos restantes son la señalada sorpresa de la ciudad de Avellaneda que aportará sus dos estadios: el Libertadores de América Ricardo Bochini de Independiente y el Presidente Perón de Racing. Como decíamos, deberá coordinarse bien la logística de partidos para evitar cualquier tipo de conflicto. El primero de ellos fue reinaugurado en 2009 y continuaron las obras hasta el año 2016 y tiene más proyectadas de cara al Mundial; hoy por hoy puede albergar hasta 48 mil espectadores. En el lado de enfrente de la ciudad, el Cilindro también tiene planes de remodelación para los próximos años para modernizarlo; en el video de CONMEBOL se lo presenta con una capacidad de 42 mil espectadores.
Al igual que sus compañeras de candidatura, Argentina tiene el problema de que los principales clubes y sus respectivos estadios están ubicados en la misma ciudad. Pero en nuestro caso tenemos una gran población de canchas (y en todo sentido) en el Gran Buenos Aires, y una gran centralización política y económica también en esta zona. Además de las ya mencionadas, el Alberto J. Armando de Boca, el Pedro Bidegain de San Lorenzo, el Tomás Adolfo Ducó de Huracán, el (ya mundialista) José Amalfitani de Vélez y hasta el Néstor Díaz Pérez de Lanús tienen capacidad para más de 40 mil espectadores. Sorprende la elección de los estadios de Avellaneda como también habría sorprendido que escogieran cualquiera de estos por el trabajo de logística, seguridad e infraestructura que posiblemente la organización y la FIFA quieran evitar. En mi opinión quedará una de las dos canchas de la ciudad del conurbano sur, todas ellas contando ya al Monumental en CABA y el Único de La Plata confirmadas en la zona.
Dos más quedaron en la senda de la candidatura. Uno de construcción reciente como es el Estadio Único de Villa Mercedes, en la provincia de San Luis, que fue inaugurado en 2017 y la AFA y la LPF lo han tenido en buena consideración para partidos finales como el Trofeo de Campeones 2022 y la final del Federal A del mismo año, pero precisaría igualmente una ampliación en 10 mil lugares. Y el caso del Estadio Bicentenario de San Juan, inaugurado en 2011 a tiempo para recibir la Copa América, es especial a nivel político. Este escenario fue candidateado por el presidente de San Martín de San Juan, Jorge Miadosqui, quien tiene su relevancia dentro de AFA, al igual que el actual gobernador de la provincia Sergio Uñac tiene buena relación con el Chiqui Tapia, que a su vez es oriundo de la sanjuanina ciudad de Concepción. No fueron tenidos en cuenta para Juntos 2030 pero bien pueden recibir el Mundial Sub-20 2023.
¿Por qué no Rosario?
Intencionalmente no mencioné a la ciudad de Rosario en el repaso de posibles sedes argentinas. Por ser mi ciudad le quería dedicar un apartado propio, pero además es una parte que representa al todo. Al igual que la candidatura 2030 en su conjunto, Rosario tiene un anclaje histórico innegable que la hacen merecedora de recibir el Mundial pero este aspecto convive con debilidades estructurales (y políticas y sociales).
Rosario es uno de los sitios del fútbol argentino más importantes sin lugar a dudas desde sus orígenes, aportando grandes figuras (con Messi y Di María como las más obvias de la historia reciente), dos clubes que desde siempre compiten con los mejores de Buenos Aires, y con una de las sedes del Mundial 78 que obtuvo Central pero también podría haber recibido Newell’s (recomiendo una vez más el libro de Matías Bauso, que tiene también un capítulo dedicado a la ciudad).
No obstante, el Gigante de Arroyito no tuvo grandes remodelaciones en estas últimas cuatro décadas más que el mantenimiento para estar a la altura de un estadio de Primera División y de competencias continentales. La última experiencia internacional que tuvo fue el Argentina - Brasil de las Eliminatorias para el Mundial 2010 y no fue la más alegre no sólo por el resultado (3 a 1 para los visitantes, con Diego en el banco de suplentes) sino también por la sobre venta y los conflictos en los accesos (que dicho sea de paso sigue teniendo aún en los encuentros del club, aunque esta es una problemática común en casi todos los estadios del país, por lo menos).
Por el lado del Coloso Marcelo Bielsa es objeto de mejoras periódicas y tiene proyectada una remodelación importante que, con todo a favor, podría estar para el Mundial 2030. La experiencia en competencia FIFA que tiene este escenario es el Mundial Sub-20 de 2001, electa luego de la que había sido la reforma de la década de 1990.
Sin embargo, para la Copa América 2011 ya había sido descartada la ciudad por una multiplicidad de factores. La ampliación del Estadio Brigadier General Estanislao López de Colón de Santa Fe, una jugada política en AFA para imponer a la capital de la provincia por encima de Rosario, pero también la disputa entre NOB y RC así como el mal antecedente del citado partido de la Selección. Un año después la ciudad tuvo otra decepción al no llegar a ser candidata a los Juegos Panamericanos 2019, perdiendo la representación de Argentina a manos de la ciudad de La Punta en una competencia que terminaría realizándose en Lima, Perú.
En los últimos años comenzó a reposicionarse como una plaza para el deporte al obtener la sede de los Juegos Suramericanos de Playa de 2019 y los Juegos Suramericanos de la Juventud de 2022, pero no fueron carta suficiente para entrar en consideración para la candidatura del Mundial 2030. Y la mala fama mediática (no del todo inmerecida, seamos sinceros) por la violencia, inseguridad, narcos, etc. que ha ganado Rosario en el último tiempo seguramente le pese en contra.
Por último, días después del acto de anuncio oficial de la postulación, el intendente Pablo Javkin declaró que “sería ridículo que organicemos un mundial de fútbol y no esté Rosario”, pero en contra de la propia palabra del jefe de gobierno municipal es que fue incapaz de organizar un evento de celebración del Mundial con las figuras rosarinas que tuvo el plantel aduciendo argumentos que sonaron a excusas para evitar un problema como fue la concentración de gente que se vivió en Buenos Aires el 20 de diciembre de festejo mundialista. Si quisiéramos ubicar a la ciudad a la altura de ser parte de un Mundial, no se debería correr el cuerpo a una responsabilidad de esa dimensión. Para no desviarnos del tema que aquí nos concentra, digamos que objetivamente veo muy difícil que Rosario sea elegida para la postulación.
La competencia
Sin entrar en tantos detalles revisemos cuál es la competencia que tendrá la candidatura sudamericana para ser anfitriona en el 2030.
Recién diez años después de la declaración de intenciones de Tabaré Vázquez a Joseph Blatter apareció el primer rival para algo que desde esta parte del mundo dábamos por hecho. Y fue un rival de peso. En 2015 el vicepresidente de la asociación inglesa declaró el interés de su país en organizar el Mundial, afirmando que era uno de los pocos que podría ser sede de un evento para 48 seleccionados. Esta intención se amplió a todo el Reino Unido e incluso habría sumado a la República de Irlanda a la propuesta. Contó con el apoyo de la Primera Ministra británica Theresa May en 2019 y eso fue ratificado por su sucesor Boris Johnson en 2021. Sin embargo, en 2022 la candidatura se transformó en una para la Eurocopa 2028 y abandonaron la carrera mundialista.
En ese camino el presidente de la UEFA Aleksander Ceferin sostuvo que la confederación europea lucharía por su turno para recibir el Mundial y que deseaba una sola postulación desde su continente. Antes de que se retiraran los británicos, España y Portugal en dupla también habían expresado su interés luego de la derrota a manos de Rusia para alojar el de 2018. Contabilizando la historia de esa frustrada candidatura tiene más tiempo incluso que la uruguaya, teniendo el punto de partida en el año 2001 pero concentrando el trabajo primero en ser sede de los Juegos Olímpicos de 2016 (siendo derrotada por Río de Janeiro) y luego dando la prioridad al Mundial 2018. La caída ante Rusia se debió principalmente a la capacidad que demostró el Estado conducido por Putin para renovar la infraestructura, algo que España no pudo asegurar entonces luego de la crisis económica que sufrió desde 2008 en adelante (recordando que dicha sede se votó en el 2010). Inmediatamente después de la derrota la Real Federación Española de Fútbol comenzó a trabajar con su contraparte portuguesa para analizar las falencias de su candidatura y corregirlas para el 2030.
En este período hubo dos movidas políticas, una en un principio fallida y otra a confirmar pero difícil de concretar. La primera fue un intento que inició el presidente de España, Pedro Sánchez, de incorporar a Marruecos a una postulación tripartita, bicontinental. La idea no era mala pero la gestión nunca se podía concretar en los organismos de fútbol implicados, y parecía naufragar del todo cuando Marruecos sostuvo su plan de presentarse por su cuenta para 2026, y para 2030 luego de perder esa votación.
La segunda es más reciente, de finales del 2022, cuando en el marco de sucesivas acciones de solidaridad con Ucrania se la incorporó a esta nación a la candidatura para ser sede de al menos un grupo del Mundial 2030. Notando que la guerra no solo no cesa sino que se agrava y los daños son cada vez peores no suena muy viable; mucho menos considerando la logística necesaria para realizar el campeonato en países con tanta distancia entre sí, y un caso reciente de corrupción que afecta a la federación ucraniana.
Dejando eso anotado al margen, es un buen proyecto el de España y Portugal que a priori cuenta con todo el apoyo europeo y de la conducción de la UEFA, la cual precisa fortalecerse hacia dentro y hacia afuera (luego de intentonas como la Superliga de muchos de los clubes más fuertes del continente), considerando a su vez que el último Mundial en Europa fue más de Putin que de UEFA y para el anterior a ese hay que remontarse a Alemania 2006.
Pero volvamos a Marruecos, que hará su sexto intento con intenciones de deshacerse del récord negativo, y para mejorar su propuesta después de la votación perdida para el 2026 supo que debía sumar fuerzas. Luego de coquetear con países vecinos, como Túnez y Argelia, a través del Rey Mohamed VI se anunció la decisión de unirse a España y Portugal, en una “candidatura conjunta, que no tiene precedentes en la historia del fútbol, unirá a África y Europa, el Norte y el Sur del Mediterráneo y los mundos africano, árabe y euromediterráneo”. De momento no hay mayores informaciones y se esperan novedades en los dìas del 73º Congreso de la FIFA, pero mientras tanto es relevante notar que la federación internacional le otorgó la sede del Mundial de Clubes 2022 luego de la muy buena actuación deportiva en Qatar. Esto puede ser tanto una prueba para medir las capacidades de Marruecos como anfitriona tras las evaluaciones negativas que obtuvo para el 2026, o bien un premio consuelo luego de sucesivas derrotas.
Hay algunas consideraciones políticas para hacer respecto de esta candidatura que le pueden brindar apoyos que no tuvo antes. Por un lado, podría recibir los votos de buena parte de África, que se dividieron en su postulación de 2010 por ser todos candidatos del mismo continente, así como del mundo árabe, lo cual tuvo antes pero ante rivales mucho más poderosos. Este aspecto a su vez la emparenta con la sede de Qatar, para bien y para mal: recibe cuestionamientos en cuanto a derechos humanos y política internacional, pero para FIFA eso no fue un impedimento en 2022 y su valoración del Mundial árabe fue muy positiva (“la mejor Copa Mundial de la historia”, la definió Infantino en la reciente entrega de premios The Best).
Es preciso retomar aquí, entonces, lo que mencionábamos de las consecuencias del FIFAgate y cómo se reacomodó el mapa del poder en el fútbol. Desde antes ya estaba dándose un viraje hacia Asia y Medio Oriente y esto se aceleró con las presidencias de Gianni Infantino. Marruecos sería el gran candidato bajo este punto de vista pero le surgió un posible rival, aún más fuerte a nivel político y económico que debería sortear reglamentaciones y obtener excepciones, pero nada que el lobby y los petrodólares no puedan resolver. Nos estamos refiriendo a una candidatura conformada por Arabia Saudita, Egipto y Grecia.
Comenzando por su aspecto más obvio, Arabia Saudita viene invirtiendo agresivamente en el fútbol desde perspectivas diferentes: publicidad, inversión en clubes de las ligas top europeas, recepción de partidos relevantes de clubes europeos (como la Supercopa de España y la Supercopa de Italia), hasta la contratación de figuras como Cristiano Ronaldo. Al igual que con Marruecos en 2022, FIFA le otorgó la próxima sede del Mundial de Clubes en 2023 en una muestra más del interés de la federación sobre esta parte del mundo (y el negocio que esta implica) a la vez que también probará sus fortalezas para ser anfitriona. De manera similar, recibirá la Copa de Asia en 2027 pero ello será luego de la votación para la sede del Mundial 2030 y puede servir en caso de no pasar la prueba ahora, quedando como fuerte candidata para el 2034.
Seguramente apueste por ambos, pero primero irá con todo por el del centenario y si no lo consigue apuntará aún más preparada al siguiente. En pos de fortalecer su candidatura encabezará un proyecto único en su especie: tricontinental. La postulación conjunta que reúne a Arabia Saudita de Asia, Egipto de África y Grecia de Europa desconociendo el contexto reciente puede sonar descabellada pero se trata de tres países que han trabajado en vínculos de cooperación a nivel económico, político y militar, y la propuesta mundialista es un paso más en esa alianza estratégica. Y si bien su base en tres continentes la hace inédita y puede parecer una logística complicada, los Estados están conectados a través de sus costas: del Mar Mediterráneo entre Grecia y Egipto y del Mar Rojo entre Egipto y Arabia Saudita. Además de su estrategia comprehensiva, entre los tres reúnen grandes e importantes estadios ya preparados para una Copa del Mundo y el dinero suficiente para invertir en nuevas construcciones y las ampliaciones que puedan ser necesarias. De hecho, se rumorea que hubo una oferta de parte del Reino de Arabia Saudita de hacerse cargo de aportar todo lo necesario en esa materia.
Las complicaciones de esta candidatura son, en primer lugar, similares a las que tiene la de Marruecos y tuvo la de Qatar en cuanto a derechos humanos y política internacional. Y también al igual que en el 2022 probablemente el calendario del fútbol deba acomodarse a un Mundial en noviembre y diciembre. Por otra parte, FIFA tendría que acomodar su reglamento para que una asociación de Asia se postule para el 2030, pero no es imposible ni improbable considerando los vínculos ya señalados entre la federación internacional conducida por Infantino y el mundo árabe. De hecho, ya se baraja la opción de que la candidatura sea presentada por Egipto y Grecia, y Arabia Saudita sea un asociado no oficial. O podría posibilitar la presentación de esta propuesta sin modificar las reglas: el Consejo de FIFA puede considerar que las presentadas desde las confederaciones habilitadas no son aptas y ello abriría la opción a los otros continentes.
Esto se irá definiendo con las reglamentaciones para las postulaciones que se conocerán en junio y luego de las evaluaciones que realicen los equipos de trabajo designados por FIFA. Asimismo, después de junio conoceremos concretamente todas las candidaturas pero las referidas en los párrafos anteriores son las que corren con más fuerza para competir contra la sudamericana.
Reivindico la rosca
A riesgo de ser el Grinch del Mundial, la elección para Juntos 2030 no está ni de cerca asegurada y será una dura contienda. Habiendo señalado ya las principales fortalezas y debilidades de cada una, podemos jugar un poco con el poroteo de los votos posibles que pueden recibir las candidaturas basados en lo señalado hasta acá así como en la última votación para la Copa 2026.
Al presente hay 211 asociaciones afiliadas a la FIFA. De estas se excluirán de votar todas las naciones que se postulen, y probablemente tampoco vote Rusia por estar suspendida. Con esa resta quedarán 199 habilitadas para emitir su voto y se precisarán 100 para una mayoría simple o 132 si se exigen dos tercios.
La candidatura sudamericana seguramente reciba el apoyo de las 6 asociaciones de CONMEBOL y debería buscar los otros votos entre los que posibilitaron la elección de Unidos 2026 apelando a la afinidad con nuestros países o la rivalidad con los otros candidatos. Estos sufragios pueden llegar desde CONCACAF y Oceanía principalmente, que han votado en bloque en aquella oportunidad y suman 11 el continente oceaníco y 36 las Américas. Los votos restantes debería conseguirlos de Asia y África entre las naciones que rivalizan con Arabia Saudita y Marruecos, respectivamente. A modo de dato útil, para el 26 hubo 11 votos africanos (de 52 posibles) que no fueron para la candidatura marroquí, que fueron mayoritariamente del sur del continente.
De Europa podemos suponer también un voto en bloque en favor de la candidatura UEFA, según afirmó su presidente Ceferin al señalar que desde la confederación lucharán por el regreso del Mundial a Europa. Esto implicaría 48 sufragios en favor de Portugal, España y Ucrania descontando a Rusia suspendida, a Grecia si también se candidatea y a las 3 integrantes de la propuesta. Ahora bien, si se concretase la incorporación de Ucrania, ese factor puede tanto sumar apoyo en los Estados que están enfrentados a Rusia en el mundo tanto como puede restarles de los que se alinean con el país que preside Putin, quizás incluso dividiendo a la UEFA.
Sumando a Marruecos, para el 2026 contó con 41 sufragios de África, 11 de Asia, 1 de CONMEBOL (Brasil, cuyo representante se separó del bloque sudamericano suponiendo que el voto era secreto) y 12 de Europa. De esa totalidad podemos asumir que se descontarían el brasilero, y los europeos ya los traíamos del párrafo anterior. Los votos africanos y asiáticos se podrían dividir si se concreta la postulación de Arabia junto a Egipto y Grecia. Esta última podría reunir también apoyos de América del Norte que sin dudas será el terreno de disputa política y lobby. No creo que sea casual el reciente fortalecimiento de las relaciones de CONMEBOL con sus vecinos del norte.
Con estas tres opciones la votación será muy pareja y seguramente se opte por el sistema exhaustivo ya utilizado en ediciones anteriores, aunque fuera en el reducido Comité Ejecutivo. La elección sería entonces en rondas, eliminando al menos votado y repartiéndose sus votos en las competidoras que persistan. Las cuentas hechas arriba pueden conducirnos a suponer que Juntos 2030 llegará a la eventual final mano a mano contra España-Portugal-Marruecos, pero el equipo de la candidatura no debe confiarse en ello. Por el contrario, tiene que trabajar en una carpeta sólida en todos los aspectos y en construir lazos para sumar apoyos en todo el mundo del fútbol, pensando en todas las posibles instancias y buscando potenciales votos de Europa, Asia y África si sus candidatas quedan en el camino o incluso para romper votaciones en bloque.
El presidente CONMEBOL Alejandro Domínguez ya trabaja en eso y aprovechó la presencia de Gianni Infantino en el congreso de la confederación sudamericana para hacer en su discurso una declaración que implícitamente llamó a que no hubiera elección: "No es la Copa del 2030, esta es la Copa Centenario. Gianni, la vida te dio la suerte de que seas vos el presidente. Tenemos un momento histórico. Si hablamos y nos juntamos tenemos la oportunidad de que la FIFA se luzca. Queremos el Mundial porque tenemos que honrar la historia, nos estamos preparando y vamos a estar listos”.
“Anoche reflexionaba que es importante aprender de la historia y de los errores de la historia. Que la FIFA y nosotros no cometamos el error de los Juegos Olímpicos”, agregó citando la elección de los Juegos del 96 otorgada a Atlanta en lugar de a Atenas en ocasión del Centenario de los primeros Olímpicos modernos de 1896.
Mientras en Europa se encuentran confiados con la sumatoria de porotos a su favor, en Sudamérica ya se rosquea para que no haya votación.
Esto es una historia que, como todas las buenas historias, continuará…
Actualizado al 3 de abril de 2023.
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